El Ajero es una figura clave, un oficio único basado en la tradición, el conocimiento del medio y de la hortaliza, y en la experiencia, donde el amor por el producto es un requisito fundamental.
Del esfuerzo que se invierte en el cuidado de estos frutos no sólo depende la calidad de éstos, sino los beneficios que generen para trabajadores y propietarios. Por eso, si la economía de Las Pedroñeras se sustenta en el mundo del Ajo, la figura del Ajero, experto en las complejidades de su crianza, es primordial en este entorno.
Un Ajero ha de saber de climatología y del terreno. Utiliza sus sentidos como herramientas en el trabajo diario, llegando a donde las máquinas no pueden: distingue las necesidades de las plantas sólo con verlas y tocarlas.
El aprendizaje se lleva a cabo observando los colores de las hortalizas, el aspecto de los terrenos y los cielos y palpando las plantas. Por eso, las manos y los ojos son las herramientas de un Ajero. Se le reconoce en la manera, por ejemplo, en que trata los Ajos o sabe con ojo experto que ha llegado el momento de sacarlos.